viernes, 22 de junio de 2007

POPY: EL EMBAJADOR DEL ERROR (I)


Esta es una larga investigación periodística que hice al alimón con un acucioso periodista amigo, Ricardo Ramírez y que nos llevó varios meses de entrevistas y de unir datos sueltos en medio de una gran cantidad de recortes periodísticos, para reconstruir la vida política de ese oscuro personaje hoy desaparecido de escena: Fernando Olivera Vega.
Este trabajo nunca se publicó, así que antes que se pierda en el olvido, se los dejo para que lo lean. Serán varios post, pero servirán para conocer detalles poco conocidos de este politicastro de comedia barata. La investigación se realizó cuando Olivera era embajador del Perú en España.

EL EMBAJADOR DE TOLEDO
Omar Zevallos Velarde y Ricardo Ramírez de la Riva


Mira su reloj constantemente y espera moviendo el pie impaciente. Son las 2 de la madrugada, mientras al otro lado del planeta, en América Latina son apenas las 8 de la noche del día anterior. Sabe que esa vida de estar pendiente de lo que pasa en Perú, mientras el insomnio diario lo consume a miles de kilómetros, tiene que acabar de una buena vez; pero por ahora debe esperar a que su vocero personal lo llame para contarle lo que pasó en la vida política de su país.
El embajador del Perú en España Fernando Olivera Vega y líder del Frente Independiente Moralizador (FIM), ha mantenido un pie en Madrid y otro en Lima desde hace 17 meses, y desde entonces todas las noches está pendiente del sonido de su celular. A partir de esa hora, el teléfono no para de sonar. Lo llaman compañeros de partido, políticos de otras tiendas que quieren congraciarse con él, periodistas y hasta el propio presidente Alejandro Toledo y él siempre contesta.
Quiere saber si sus jurados enemigos personales, los miembros del Partido Aprista Peruano, han mencionado su nombre en alguna declaración pública, para desmentirlos. Quiere enterarse qué pasó durante el día en el país y qué ha hecho o dicho el presidente Toledo.
No puede vivir sin esos detalles, pues se sabe un protagonista de la coyuntura desde que decidió, sorprendiendo a sus propios compañeros de partido y a todo el país, unirse al presidente Alejandro Toledo Manrique y formar una alianza política para cogobernar. El siente que su destino está trazado y que tarde o temprano lo llevará a sentarse en el mismo sillón de su actual socio político y a quien en plena campaña electoral llamara “mentiroso”.
Pero, ¿quién es este curioso personaje? ¿Por qué está tan lejos del Perú? ¿Cómo es que llega a ocupar un espacio en la vida política del Perú?
Fernando Olivera Vega llegó a la escena política por primera vez en 1980, cuando sólo tenía 21 años y acababa de ser nombrado secretario general de la Fiscalía de la Nación, gracias a su matrimonio con la hija de un influyente banquero. El naciente organismo judicial tuvo como primer fiscal al jurista Gonzalo Ortiz de Zevallos, viejo magistrado de formas tradicionales y fue quien le dio el puesto al mozalbete Olivera, que no tenía una profesión ni título alguno, pues apenas había estado un par de años en la universidad del Pacífico, intentando estudiar Administración de Empresas. Su matrimonio con esta joven de la familia Wiese lo llevaría a vincularse con poderosos banqueros, de quienes se haría un aliado fiel e incondicional. Por aquella época Olivera era conocido por sus amigos como el “Muerto”, por el color cenizo de su piel.
Instalado en su primer trabajo formal, Fernando Olivera percibió que el puesto le había calzado como anillo al dedo, porque desde allí tenía acceso a información privilegiada sobre los procesos judiciales más sonados de aquellos años y por los cuales la prensa tenía interés.
Adulador y servicial, Olivera supo granjearse la confianza del viejo magistrado, Gonzalo Ortiz de Zevallos, y logró convertirse en el hombre clave de la Fiscalía de la Nación y ser el vocero oficial del organismo. Así, cada vez que la prensa iba en busca de la noticia judicial, salía el jovenzuelo Olivera a declarar bajo el argumento de que el fiscal se encontraba ocupado y él era el encargado de dar declaraciones a la prensa, no siempre con felices resultados, por lo que el Fiscal debió salir muchas veces a explicar y desmentir la declaraciones de su inexperto secretario.
Por aquellos años, la violencia terrorista de Sendero Luminoso sacudía el Perú y sucedió un hecho de sangre que marcó para siempre la historia de la prensa nacional. Un grupo de periodistas que iban en busca de la verdad sobre la aparición de cadáveres en la convulsionada población ayacuchana de Uchurucay, fueron asesinados a pedradas por un exaltado y asustado poblado andino, que los confundió con terroristas. Un tiempo después y luego de minuciosas investigaciones, fueron encontrados los cadáveres de los ocho periodistas asesinados y algunas de sus pertenencias; entre las cuales, se halló un rollo de película del reportero gráfico Willy Retto.
Aquellas fotografías tomadas por el malogrado fotógrafo serían las últimas que hiciera antes de morir y contenían los rostros de sus asesinos. Aquel valioso testimonio gráfico era una prueba instrumental de indudable valor judicial, pero también periodístico. Unas semanas después, la influyente revista “Caretas” publicaba en exclusiva las fotografías de la matanza.
¿Cómo salieron de la Fiscalía de la Nación? ¿Quién entregó las fotografías a la revista?, pues todos los testimonios recogidos apuntan hacia Fernando Olivera. Según ex trabajadores de la Fiscalía, aseguran que fue el joven secretario quien las entregó para ganarse la simpatía y el respeto de la revista; aunque algunos, como el congresista aprista y enemigo acérrimo de Olivera, Jorge del Castillo, sostienen que “quedó fehacientemente comprobado que vendió la fotos y cobró en billetes para sacar provecho personal”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente artículo... Y lo digo yo que soy súper objetiva e imparcial.