Un viejo militante aprista que trabajó en Palacio de Gobierno en el primer periodo presidencial de Alan García, contó en un círculo de amigos, algunas de la increíbles excentricidades de Alan cuando aún joven y con todo el poder en sus manos, tenía para con sus "súbtidos" en Palacio.
Por ejemplo, contaba, que tan solo para fastidiar a uno de sus edecanes de la Marina de Guerra, impecablemente vestido de blanco, decidía de un momento a otro hacer una visita sorpresa a alguno de los polvorientos cerros de Lima, y para ello movilizaba camionetas y policía para salir raudo hacia su objetivo.
Una vez allí, trepaba los cerros, en pleno verano y el edecán tras él, como demanda el protocolo. Obviamente terminaba sudoroso y empolvado, para risa del presidente.
Hoy Alan ha cambiando, aunque conserva alguna de sus excentricidades, aunque menos aparatosas pero no menos crueles. Dicen que ahora en momentos que está despachando en su oficina, si por casualidad entra alguno de sus adláteres más íntimos entra para hacerle una consulta y luego pretende retirarse, Alan le ordena quedarse. Pero se queda para hacer nada, pues el presidente continúa con su trabajo, sin hablarle, como si fuera un mueble más, tan sólo para sentir que tiene poder. ¿Será cierto eso?, como diría Cristina Salaregui.
2 comentarios:
Excéntrico?. Yo diría un pobre diablo, mitómano y corrupto. Que para suerte suya vive en un país de amnésicos. Sólo eso puede explicar que un sinverguenza que destruyó el Perú, haya tenido la oportunidad de volver a ser presidente.
Alan es un animal político
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