
Realmente patético el reportaje de "Día D", sobre la congresista Elsa Canchaya, convertida en una víctima, pobrecita ella, del dedo acusador de los electores, gracias a la nota hecha por la reportera Andrea Llosa que le dió amplio espacio para que la legisladora llore, haga pucheros y acuse a la prensa de manipular los testimonios, porque ella es y será inocente de toda culpa.
Pero sobre todo, ver a Nicolás Lúcar, convertido en defensor de oficio, blandiendo documentos y defendiendo la posición de la Canchaya, bajo el pretexto que el periodismo debe ofrecer las dos versiones de un caso. Y en efecto, eso que dijo Lúcar es cierto, la prensa debe dar las dos versiones para que los lectores o televidentes saquen sus propias conclusiones; pero Lúcar se olvida que la Canchaya cayó enredada en sus propias mentiras y que "Cuarto Poder" sí dio ambas versiones, sólo que estás se desbarataban por su propio peso.
Peor aún, la nana Jaqueline Simón, convertida de la noche a la mañana en una candidata a congresista, se despachó a su gusto, argumentando que todo este asunto se reduce a un tema de discriminación ¿Pueden creer eso???; y es que la audaz reportera Andrea Llosa es muy buena para hacer crónicas rojas, policiacas y marginales, pero como entrevistadora deja mucho que desear.
Al final, queda el mal ejemplo que sigue siendo Lúcar para el periodismo nacional, tal como él mismo lo dijera, contrito, hace ya algunos años.